Si su hijo tiene el síndrome del vómito cíclico
Su hijo tiene vómitos o arcadas que continúan durante horas o incluso días. Durante estos ataques, el niño también puede sufrir dolores de cabeza o de estómago. Luego, el problema desaparece durante varias semanas o meses. Es posible que su hijo tenga un trastorno poco frecuente llamado el síndrome del vómito cíclico (CVS, por su sigla en inglés). El CVS es conocido también como migraña abdominal.
¿Qué causa el CVS?
Nadie sabe a ciencia cierta qué lo causa. Es probable que esté relacionado con la migraña y con desencadenantes parecidos. En algunos casos, si un miembro de la familia tiene migrañas, es más probable que los niños tengan el síndrome del vómito cíclico. Puede afectar a niños de cualquier edad. Es más frecuente que se manifieste por primera vez entre los tres y los siete años. Los niños con CVS también pueden tener otros problemas gastrointestinales (GI) o problemas de salud.
¿Cuáles pueden ser los desencadenantes de un episodio de este síndrome?
Los desencadenantes pueden ser varios. Entre los más comunes se encuentran los siguientes:
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Estrés o exceso de excitación (por ejemplo, en días festivos, acontecimientos escolares o vacaciones)
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Infecciones virales (como catarros)
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Alergias o problemas de sinusitis
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Alimentos (como chocolate o queso)
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Cinetosis
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Período menstrual
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Falta de sueño
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Agotamiento
Las cuatro fases del síndrome del vómito cíclico
El CVS se presenta en cuatro fases o etapas:
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Fase de pródromo. Esta fase indica que está a punto de comenzar un episodio. Los síntomas pueden ser aura (sensaciones extrañas), sensibilidad a la luz, dolor de estómago, dolor de cabeza o náuseas. La fase de pródromo puede aparecer en pocos minutos o en el lapso de unas horas. A veces, durante esta fase, resulta posible detener un episodio con medicamentos.
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Fase de episodio. Durante esta fase, que puede durar muchas horas o incluso días, el niño tiene vómitos, arcadas y náuseas. Puede durar horas o incluso días. Es posible que el niño no pueda tomar alimentos ni medicamentos por la boca.
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Fase de recuperación. Esta fase comienza cuando se detienen los vómitos o las arcadas. Es probable que su hijo esté exhausto. Puede que se quede dormido de inmediato. Es común que los niños se despierten con dolor muscular por el vómito.
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Fase libre de síntomas. La fase libre de síntomas es el período durante el cual el niño se siente bien. Esta fase puede durar semanas o meses hasta el comienzo de un episodio nuevo.
¿Cómo se diagnostica el CVS?
Para diagnosticar el CVS, el proveedor de atención médica primero debe descartar otros problemas. El proveedor de atención médica hará preguntas sobre la historia clínica de su hijo. Esto puede ayudar a mostrar el ciclo de síntomas que apuntan hacia el CVS. También pueden realizarse pruebas, entre ellas análisis de sangre, a fin de descartar otras posibles causas del vómito. También es posible que se soliciten pruebas radiográficas, como por ejemplo una serie del tracto gastrointestinal superior. Con esta prueba, el proveedor de atención médica puede observar si hay un problema en el sistema digestivo del niño.
¿Cómo se trata el CVS?
No hay cura para el CVS. Pero usted y su hijo pueden aprender formas de intentar prevenir episodios. También puede aprender a detener un episodio durante su inicio (consulte la sección “Prevención de futuros episodios”). Una vez que comienza un episodio de vómito intenso, probablemente el niño deberá ir de inmediato al hospital. Allí, le darán medicamentos para intentar detener el vómito. Para mantenerse hidratado, es probable que el niño necesite recibir líquidos. Suelen administrarse a través de una sonda intravenosa. En caso de ser necesario, también se pueden administrar nutrientes a través de esta sonda. Probablemente el niño permanecerá en el hospital hasta que termine el episodio. Allí también podrá recibir atención durante la fase de recuperación.
Prevención de futuros episodios
Los episodios de CVS pueden ser estresantes y atemorizantes para usted y su hijo. Puede ser útil saber que hay medidas que puede tomar para prevenir o controlar los episodios. Comience por aprender cuáles son los factores que desencadenan episodios de vómito en su hijo. Si su hijo está expuesto a un desencadenante, o tiene síntomas de la fase de pródromo, tome las medidas correspondientes según le haya indicado el proveedor de atención médica. De esta forma, tal vez pueda detener el episodio antes de que comience. Algunas veces, no resulta posible detener o prevenir en casa un episodio de vómito. En estos casos, el niño deberá hospitalizarse o derivarse a la sala de emergencias. Allí recibirá el tratamiento necesario, líquidos y se lo mantendrá en observación. Si su hijo tiene episodios con frecuencia, los medicamentos a largo plazo pueden ser efectivos para disminuir la frecuencia y la gravedad de los ataques.
Problemas a largo plazo
La buena noticia es que los niños pueden dejar de sufrir el síndrome del vómito cíclico. Esto suele ocurrir durante la adolescencia. De todas formas, las probabilidades de que el niño tenga dolores de cabeza en la edad adulta pueden ser mayores. Su hijo también puede estar en mayor riesgo de sufrir ansiedad. De momento, es importante que preste mucha atención a los dientes del niño. El vómito frecuente puede destruir el esmalte de los dientes, ya que contiene ácidos fuertes procedentes del estómago. Esto puede provocar el deterioro de la dentadura. Para evitarlo, haga lo siguiente:
Cuándo llamar al 911
Llame al 911 si su hijo presenta cualquiera de los siguientes síntomas:
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Dificultad para respirar
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Confusión
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Mucha somnolencia o problemas para despertarse
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Desmayos o pérdida del conocimiento
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Frecuencia cardíaca acelerada
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Dolor de pecho
Cuándo debe llamar al proveedor de atención médica de su hijo
Llame de inmediato al proveedor de atención médica de su hijo si el niño tiene algunos de los siguientes síntomas:
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Fiebre (consulte "La fiebre y los niños", a continuación)
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No puede conservar los líquidos (vómitos continuos) durante 24 horas
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Menos orina de lo habitual o sed extrema
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Dolor que empeora
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Síntomas que no mejoran o que empeoran
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Síntomas nuevos
La fiebre y los niños
Use un termómetro digital para tomar la temperatura de su hijo. No use un termómetro de mercurio. Hay termómetros digitales de distintos tipos y para usos diferentes. Entre ellos, se incluyen los siguientes:
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En el recto (rectal). En los niños de menos de 3 años, la temperatura rectal es la más precisa.
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En la frente (lóbulo temporal). Sirve para niños de 3 meses en adelante. Si un niño de menos de 3 meses tiene signos de estar enfermo, este tipo de termómetro se puede usar para una primera medición. Es posible que el proveedor quiera confirmar la fiebre tomando la temperatura en el recto.
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En el oído (timpánica). La temperatura en el oído es precisa a partir de los 6 meses de edad, no antes.
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En la axila (axilar). Este es el método menos confiable, pero se puede usar para una primera medición a fin de revisar a un niño de cualquier edad que tenga signos de estar enfermo. Es posible que el proveedor quiera confirmar la fiebre tomando la temperatura en el recto.
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En la boca (oral). No use el termómetro en la boca de su hijo hasta que tenga al menos 4 años.
Use el termómetro rectal con cuidado. Siga las instrucciones del fabricante del producto para usarlo adecuadamente. Colóquelo con cuidado. Etiquételo y asegúrese de no usarlo en la boca. Podría transmitir gérmenes de las heces. Si no se siente cómodo usando un termómetro rectal, pregunte al proveedor de atención médica qué otro tipo puede usar. Cuando hable con el proveedor de atención médica sobre la fiebre de su hijo, infórmele qué tipo de termómetro usó.
A continuación, encontrará valores de referencia que lo ayudarán a saber si su hijo tiene fiebre. Es posible que el proveedor de atención médica de su hijo le dé valores diferentes. Siga las instrucciones específicas que le dé su proveedor.
Medición de temperatura en un bebé menor de 3 meses:
Medición de temperatura en un niño de 3 a 36 meses (3 años):
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En el recto, en la frente o en el oído: 102 °F (38.9 °C) o superior
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En la axila: 101 °F (38.3 °C) o superior
Llame al proveedor de atención médica en los siguientes casos:
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Picos de fiebre reiterados de 104 °F (40 °C) o superior en niños de cualquier edad
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Fiebre de 100.4 °F (38 °C) o superior en un bebé de menos de 3 meses
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Fiebre que dura más de 24 horas en un niño menor de 2 años
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Fiebre que dura 3 días en un niño de 2 años o más